02 Los Maquis - El Exilio

Autor edrperez Tiempo de lectura 3 minutos

Carta: 7 de espadas. Maquis, los que no se marchan
Moneda: 1d2: [2] = 2. Suerte.

26 de mayo de 1939

Hoy he sido testigo de la cruel realidad que aún persiste a pesar del fin cercano de esta desgarradora guerra. El viaje me ha llevado por caminos inesperados, y me he encontrado con un grupo de Maquis, aquellos valientes que se niegan a aceptar la derrota y continúan la lucha en las sombras.

Me encontraba en un pequeño pueblo en las montañas, buscando refugio por una noche antes de continuar mi camino hacia el exilio. La tensión en el aire era palpable; la gente hablaba en susurros, con miradas llenas de miedo y determinación. Fue entonces cuando sucedió: un enfrentamiento súbito entre un pequeño grupo de Maquis y una patrulla franquista.

El caos estalló en las calles, disparos resonaban y la gente corría buscando refugio. Yo, paralizado por un momento, me vi arrastrado por la marea de pánico. En medio del caos, ayudé a un joven herido, un miembro del grupo de Maquis, a esconderse en una bodega. Su mirada, a pesar del dolor y el miedo, estaba llena de una determinación que yo había perdido hace tiempo.

Después de lo que parecieron horas, el enfrentamiento terminó. Los Maquis, superados en número, se dispersaron en la oscuridad de la noche. El joven que ayudé desapareció, dejando atrás un pañuelo manchado de sangre, el único recuerdo de su existencia.

Este encuentro me ha costado caro. En el tumulto, perdí algunos de mis pocos pertenencias, incluido un viejo reloj que había pertenecido a mi padre. Pero más que eso, perdí una parte de mi ya mermada inocencia. He visto de cerca el costo humano de esta lucha, la juventud sacrificada en el altar de ideales y desesperación.

A pesar del miedo y la tristeza, siento una extraña admiración por estos Maquis, por su valentía y su negativa a rendirse incluso cuando todo parece perdido. Quizás en ellos, en su resistencia, hay una lección para todos nosotros, una chispa de esperanza en medio de tanta oscuridad.

Ahora, más que nunca, siento la urgencia de dejar atrás este país desgarrado por la guerra, pero también siento una profunda tristeza por aquellos que se quedan, luchando una batalla que parece no tener fin.

Termino el día con un corazón más pesado.

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