Entrada 08

Carta: Rey de espadas

1 de junio de 1939

El horror de la guerra se manifestó hoy de una manera que nunca olvidaré. Mientras avanzaba en mi camino al exilio, llegué a un pueblo que yacía en ruinas, un testamento desgarrador del paso de la violencia desenfrenada. Las paredes calcinadas y las estructuras derrumbadas se alzaban como monumentos sombríos a la destrucción y al sufrimiento que una vez habitó estas tierras.

Las sombras de los que una vez vivieron aquí parecían danzar entre los escombros, sus voces silenciadas por el estruendo de las armas. Me encontré atrapado en un remolino de recuerdos y temores, incapaz de escapar de la sensación de que la guerra, como una película macabra, se había quedado grabada en las paredes de este pueblo asesinado.

Al alejarme de aquel lugar marcado por el horror, sentí que una parte de mi suerte se desvanecía en el aire cargado de pesar pues pensé que ese sería mi destino. La oscuridad de la guerra dejó una huella imborrable en mi espíritu, recordándome que los ecos de la violencia nunca se desvanecerán por completo.

Con el corazón lleno de pesar y la voluntad endurecida sigo avanzando.

Distancia: 3
Suerte: 7

Imagen de DALL-E 3.